1. Evita etiquetas y juicios: Con frecuencia, adjudicamos etiquetas como “descuidada/o” o “torpe” sin darnos cuenta del impacto que tienen en su autopercepción. Es mejor evitar comentarios como “¡Otra vez derramaste la leche!” o “¡Siempre rompes todo!”. Este tipo de frases se internalizan y pueden limitar su desarrollo.

2. Escuchar activamente: Cuando nuestros hijos nos hablan, es importante escucharlos sin interrumpir, mostrando interés genuino y evitando distracciones. Esta atención plena fortalece su autoestima, ya que sienten que valoramos lo que nos cuentan.

3. Aliento en lugar de elogios excesivos: Aunque solemos elogiar en exceso, es más beneficioso dar mensajes realistas y alentadores. En lugar de decir “¡Hiciste el mejor pastel del mundo!” (cuando quizá usaron sal en lugar de azúcar), podemos valorar su esfuerzo: “Veo que pasaste mucho tiempo preparando el pastel. Te quedó un poco salado, ¿quieres intentarlo de nuevo juntos?”

4. Valora el esfuerzo, no solo el resultado: Cada niño enfrenta desafíos distintos, y es importante valorar el proceso más que la calificación final. No todos los niños que obtienen un 10 estudiaron lo mismo; algunos requirieron más esfuerzo que otros. Reconocer el esfuerzo detrás de cada logro refuerza su dedicación y les da confianza.

5. Límites y desacuerdos sin agresividad: Los desacuerdos y límites deben establecerse con respeto, sin recurrir a gritos o amenazas. Cambia el “¡Si no llegas a tiempo, ya verás!” por “Te espero a las 8:00 pm para cenar, como acordamos”. La comunicación respetuosa brinda seguridad y refuerza el respeto mutuo en la relación.

6. Más amor y sinceridad: La verdad debe ser un valor central en la familia. Incluso en situaciones difíciles, hablarles con sinceridad fortalece la confianza. A su vez, necesitan saber que son importantes y valiosos tal como son mediante mensajes que destaquen sus cualidades y su lugar en la familia.